Este vacío en el centro se muestra como señal constituyente del signo, hexagrama o figura.
Sobre el lago sopla el viento y remueve la superficie del agua. Así se manifiestan efectos visibles de lo invisible.
arriba lo suave, el viento
abajo lo sereno, el lago
La figura compuesta de trazos firmes o enteros arriba y abajo (1 y 6), mientras que el centro (3 y 4) se halla abierto (líneas partidas: un vacío en el corazón que acoge la humildad --necesaria-- para atraer el bien). Esto señala que
el corazón está libre de prejuicios, de modo que está capacitado para acoger la verdad. En cambio, los dos signos parciales (trigramas) contienen en su centro (2 y 5) sendos trazos firmes que indican el
vigor de la verdad interior que se manifiesta a través de sus efectos o actos.
Puede el vacío en el centro sostenido por la verdad interna devenir ecuanimidad.
Según un psicoanálisis
nuestra verdad es inconsciente. Según el
budismo zen, "satori" --o un tipo de realización que nos lleva a pensar sin pensar, sentir sin sentir, hablar sin hablar-- es de
constituyente inconsciente. La propia "ley de causa y efecto" conocida como
Karma (por tanto, nada de predestinación ni castigo o recompensa que llega desde un más allá o interpretaciones demasiado sesgadas que comienzan a permear el imaginario colectivo) también puede asociarse con cierto inconsciente debido a que actuamos bajo
la influencia de engaños o emociones aflictivas que se vuelven habituales en nosotros. De ahí también que una lectura del psicoanálisis --al menos la que deslindé con mis
malas interpretaciones-- pueda llegar a volverse contraintuitiva: vivimos buscando el sufrimiento a pesar de nuestras quejas constantes; en realidad estamos gozando o yendo mas allá de cierto "principio de placer", sacando incluso provecho del sufrimiento que creamos con nuestras propias acciones.
Puede resumirse así: una semilla de limón podría convertirse en limón, jamás en naranja.
Una acción negativa "produce" un efecto negativo.
Lo demás parece metafísica o algún tipo de ontología que se agrega.
Por tanto, esa "verdad interior", esa "intuición" se manifiesta cuando podemos convertir o asumir la ecuanimidad en el centro de nuestros actos.
De ahí que cierto camino dentro del I Ching, como constructo para lidiar con lo real-simbólico-imaginario, puede dar comienzo en el signo o hexagrama 3 y concluir en 61, como base para llegar a 62: "pequeñas cosas importantes" o "la preponderancia de lo pequeño".